¿Tenéis algún amigo o familiar obsesionado con la comida sana? ¿Presenta un comportamiento compulsivo y rechaza de plano todos aquellos alimentos que considera que no son saludables? ¿Invierte mucho tiempo planificando sus menús para que no se le escape nada? ¿Ha eliminado grupos completos de alimentos de su dieta? ¿Realiza periódicamente tratamientos “détox” a pesar de llevar una dieta sana? ¡Atentos porque puede padecer de ortorexia!
Aunque siempre damos consejos por seguir una dieta equilibrada y saludable, recordamos que todos los excesos son perjudiciales para el organismo. En el caso de la ortorexia nerviosa, nos encontramos ante un trastorno alimenticio en el que las personas muestran una obsesión compulsiva por consumir alimentos que ellos consideran saludables. El término, introducido por el doctor Steven Bratman en 1997, procede de la palabra griega “orto”, que significa “correcto” y, aunque de entrada pueda sorprender que comer productos saludables tenga consecuencias negativas, lo cierto es que puede ser tan perjudicial como el resto de trastornos nutricionales.
Un trastorno que afecta al 28% de la población occidental
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la ortorexia podría afectar a un 28% de la población de los países occidentales, aunque su diagnóstico es difícil. Como decíamos, todo comienza de manera normal, con un intento de comer más sano. Hasta ahí, todo correcto. El problema llega cuando se empiezan a volver obsesivos con este tema y, al igual que ocurre con otros trastornos, su vida comienza a girar en torno a la comida, en este caso con la comida saludable.
Las restricciones de productos van llegando de manera progresiva y empiezan a eliminar grupos completos de alimentos por considerarlos poco saludables. Se obsesionan con el etiquetado, con los productos orgánicos, libres de conservantes o con las nuevas dietas que surgen periódicamente. Porque esa es la realidad… se ven influenciados por las modas del momento en cuanto a alimentación saludable y combinan unos y otras.
Con el paso del tiempo, este trastorno deriva en desnutrición, en una pérdida de peso severa y en otras complicaciones médicas aparejadas, como la anemia. Pero no sólo eso… también se puede llegar al aislamiento social, debido a que su obsesión enfermiza por la comida sana les lleva a dejar de frecuentar lugares donde no pueden seguir su dieta autoimpuesta o relacionarse con personas que no aprueban este comportamiento.
Una sociedad preocupada por la imagen
La sociedad en la que vivimos, donde prima la imagen, es una de las principales causas de todo este tipo de trastornos relacionados con la dieta. A diario, nos vemos inmersos en una espiral de información acerca de nuevas dietas para perder peso o para vernos mejor delante del espejo y, para algunas personas, puede llegar a convertirse en una obsesión.
En el caso de la ortorexia nerviosa presenta un problema añadido, que es la delgada fina que separa una alimentación saludable de una obsesión por la misma. Apostar por productos sanos o leer el etiquetado de los productos para conocer su composición nutricional, a priori no tiene por qué ser algo negativo, siempre que esté dentro de unos límites razonables y las personas mantengan una dieta equilibrada y un índice de masa corporal adecuado. Si esa alimentación saludable llega a una situación extrema, obsesiva y nos empieza a limitar desde el punto de vista psicológico es cuando surge el problema. En cierto modo, presenta un paralelismo con la anorexia, solo que en lugar de obsesionarse con el peso, las personas ortoréxicas lo hacen con los productos puros, no contaminados… los que ellos consideran saludables. Los expertos han desarrollado cuestionarios de diagnóstico para este tipo de trastornos, con el objetivo de que sea más fácil confirmar el trastorno.
En definitiva, apostar por una dieta saludable y equilibrada aporta grandes beneficios para la salud, pero no podemos permitir que se nos vaya de las manos y se vuelva en nuestra contra. ¡Hay que disfrutar de la vida con cabeza!