El running está de moda. Cada vez más personas apuestan por incluir esta rutina en sus entrenamientos e, incluso, se preparan para participar en las carreras populares que tienen lugar en muchos municipios y ciudades de España. Pero, ¿qué ocurre si no te sientes preparado para correr? ¿Hay otros deportes que ofrezcan beneficios similares y que estén al alcance de cualquier persona? ¡Por supuesto que sí! Las diferentes disciplinas relacionadas con la caminata, desde la marcha nórdica hasta el Power Walking, pasando por el reciente Walkim, son la alternativa perfecta. Vamos a verlos.
Un buen paseo, el mejor ejercicio
Caminar es uno de los mejores ejercicios aeróbicos que existen. Diferentes estudios aseguran que mejora la circulación, reduce la presión arterial y el riesgo de sufrir coágulos de sangre, y que fortalece el corazón. Es, por tanto, una manera estupenda de prevenir enfermedades cardiovasculares. Además, es una actividad gratuita y que no requiere más inversión que un calzado adecuado.
Se trata de un ejercicio muy beneficioso para fortalecer los huesos, sobre todo entre mujeres mayores con riesgo de osteoporosis. De hecho, un estudio del Brigham and Women’s Hospital de Boston puso de manifiesto que las mujeres post-menopáusicas que caminaban 30 minutos al día reducían su riesgo de padecer una fractura de cadera en un 40%.
Caminar mejora el estado de ánimo (gracias a la liberación de endorfinas analgésicas mientras lo hacemos), fortalece los músculos y las articulaciones, y mejora la calidad del sueño y la respiración.
Marcha nórdica, Power Walking, Walkim…
Todos esos beneficios los encontramos en un simple paseo de 30 minutos al día, aunque podemos dar un paso más y probar alguna de las disciplinas relacionadas con la caminata que están al alcance de cualquiera.
Empezamos con la marcha nórdica. Su origen se remonta a los años 30, en Finlandia, y básicamente consiste en caminar con unos bastones especialmente diseñados para este deporte, aunque también se puede correr, saltar y hacer otros ejercicios, tal y como aseguran desde la Federación Internacional de Nordic Walking. De hecho, esta entidad distingue entre tres niveles de este deporte: el nivel salud, el nivel fitness y el nivel deportivo. ¿Lo bueno? Que está al alcance de cualquier persona, ya que cada cual puede adaptar el nivel de práctica a su propia condición física.
El objetivo de la marcha nórdica es el bienestar general de quienes lo practican, mediante un movimiento saludable y biomecánicamente correcto, corrigiendo la postura y la alineación del cuerpo para garantizar un entrenamiento aeróbico eficaz, que mejora la circulación sanguínea y el metabolismo.
Por su parte, el Power Walking viene a ser algo así como «caminar rápido» o «a buen ritmo». Es menos exigente que el running y, al no haber carrera como tal, las articulaciones sufren menos. Además, no se necesita ningún elemento adicional, como ocurría en la marcha nórdica. Durante las sesiones de este deporte, que suelen durar entre 45 y 60 minutos para los que empiezan y hasta 120 minutos para los expertos, lo que hacemos en mantener nuestras pulsaciones en la zona «quemagrasas» (cada persona tiene la suya propia, ya que se calcula a partir de la edad y de la frecuencia cardiaca máxima de cada persona).
En el Power Walking también es importantísima la postura corporal para lograr los mayores beneficios, que, una vez más, se enmarcan en el sistema cardiovascular (disminuye la tensión arterial, reduce el colesterol, mejora el estrés, etc.). Así pues, si quieres comenzar a practicar Power Walking, sólo tienes que echar los hombros hacia atrás, poner la vista al frente, subir el pecho, activar el abdomen y comenzar a caminar manteniendo un ritmo constante de entre 6 y 7 km/hora.
Por último, hablamos del Walkim, un término que resulta de unir «walk» e «impulse». Viene a ser una evolución de la marcha nórdica, ya que también se practica con el impulso del tren superior del cuerpo con la ayuda de dos palos. La diferencia con la marcha nórdica, según Álex Walk, uno de sus principales impulsores de este deporte en nuestro país y autor del libro «No corras, camina. Descubre el placer del Walkim», es que aquí se sigue el modo de caminar natural y el braceo habitual de cada persona, sin forzar el movimiento. Es decir, consiste en caminar como siempre, pero añadiendo unos palos que nos proporcionan el impulso y la amortiguación de la marcha y que sólo se utilizan como apoyo o para mantener el equilibrio en momentos muy puntuales.
Este ejercicio nos ayuda a fortalecer los músculos de todo el cuerpo, mejora el torrente sanguíneo, fortalece el metabolismo óseo y modula el sistema endocrino, entre otros muchos beneficios.
Como veis, hay donde elegir, así que… ¡si no estás listo para correr, aprovecha las ventajas de caminar!