Con la llegada del buen tiempo, empezamos a introducir más ensaladas en nuestra dieta. Son frescas, saludables y muy fáciles de preparar. Además, gracias a la gran variedad de lechugas que podemos encontrar en el mercado, las opciones para ir variando cada día nuestras recetas son enormes. ¿Conoces las diferentes variedades de lechuga y cuáles son sus características?
La lechuga se ha utilizado desde tiempos inmemoriales por sus propiedades refrescantes, purificantes y sedantes. Como curiosidad, su nombre proviene de una sustancia lechosa, una especie de látex que drena del tallo después de cortarla. Se trata de una de las verduras de hoja más comunes en la actualidad y es el ingrediente básico de muchas ensaladas, aunque no es el único modo de prepararla. Y es que, aunque resulte menos habitual, se puede consumir cocinada. Cuando lo hacemos así, las hojas se vuelven tiernas y aporta sabor y aromas a algunos platos. Para ello, podemos hacerla al vapor (durante 2 o 3 minutos) o salteada en la sartén (unos 5 minutos).
Las variedades de lechucgas más usadas
Dentro de toda la variedad de lechugas que podemos encontrar en mercados y supermercados, estas son las más frecuentes.
- Iceberg: es muy característica por su forma redonda, similar a una col. Es originario de América del Norte y se dice que se llama así porque se transportaba sobre bloques de hielo a los mercados en estados Unidos. Tiene una textura crujiente y muy refrescante y, además, se conserva durante muchos más días que otras variedades de lechuga.
- Batavia: la variedad Batavia es crujiente y tierna, con un centro de tono verde claro o verde amarillenta, y un sabor ligeramente dulce. Algunas variedades son, en ocasiones, rojizas. Cuando vayamos a comprarla, debemos elegir aquellos ejemplares con una base muy blanca, que es signo de frescura.
- Trocadero: la variedad Trocadero se caracteriza un cogollo redondeado y por tener unas hojas tiernas y mantecosas, con una agradable textura y un sabor bastante intenso. Es una de las favoritas de nuestros vecinos franceses, donde se cultiva desde hace siglos.
- Romana: junto con la variedad iceberg, es una de las más consumidas en España (y de las más cultivadas en nuestro país también). Sus hojas son alargadas y más duras y crujientes que las de otras variedades. Se conserva bastante bien durante más tiempo que otras lechugas de hoja más tierna.
- Hoja de roble: aunque existen diferentes variedades de esta lechuga, la más conocida se caracteriza porque sus hojas adquieren un color rojizo en la parte exterior. Se trata de una lechuga tierna y con un sutil gusto a avellana.
- Lollo Rosso: se trata de una variedad muy apreciada en cocina por dos motivos. En primer lugar, por su sabor, que es ligeramente amargo, y en segundo lugar, por su apariencia. Sus hojas son rizadas y tienen un llamativo color rojizo, muy decorativo a la hora de elaborar ensaladas y otras recetas.
- Cogollos de Tudela: es un tipo de lechuga pequeña, tipo “baby”, que se caracteriza por un sabor más dulzón y una textura crujiente pero tierna. Se puede emplear para preparar ensaladas, aunque su presentación más habitual es cortados por la mitad o en cuartos y acompañados de conservas de pescado, como anchoas o atún.
- Butterhead o mantecosa: su nombre hace referencia a su textura, muy mantecosa, y a su sabor dulce, con unas hojas suaves y lisas, de color verde intenso.
Elegir la lechuga y conservarla
Por último, unos consejos a la hora de comprar y conservar las diferentes variedades de lechuga. Como hemos dicho, aunque algunas de ellas, como la iceberg o la romana, se conservan durante más tiempo, lo cierto es que estamos ante un producto frágil y de vida corta, por lo que tendremos que escoger el producto con mucho cuidado.
Evitaremos aquellos ejemplares con hojas marchitas, amarillentas, ennegrecidas o dañadas. Además, la base debe ser muy blanca y no estar seca.
Una vez en casa, mantendremos la lechuga en el cajón de verduras del refrigerador durante 1 o 2 días, a ser posible envasada en una bolsa perforada. Para mejorar la conservación, podemos cortar las hojas –pero no lavarlas– y guardarlas en un recipiente de plástico hermético la nevera.