Durante los meses de agosto y septiembre tiene lugar la recolección de uno de los frutos secos más consumidos en muchas partes del mundo: la almendra, por lo que, aunque podemos encontrarla en el mercado durante todo el año, en los meses posteriores a su recogida se encuentra en su mejor momento.
Un poco de historia
Originario de Irán, según algunos, o de Palestina, según otros, el almendro se difundió rápidamente en por Europa a través de los griegos, que apreciaron tanto este crujiente y sabroso fruto que se lo hicieron llegar a los romanos, quienes a su vez lo introdujeron en la península itálica.
En Europa, la almendra se comercializa desde la Edad Media. Los campos de almendros florecieron en el sur del continente a partir del siglo XVI, hasta convertirse, hoy en día, en uno de nuestros frutos secos favoritos.
En la actualidad, España es un importante productor de almendra, de la que se cultivas 13 variedades, según Descalmendra, la Asociación Nacional de Descascaradores de Almendra, siendo las más conocidas la Marcona y la Largueta.
Un producto con grandes beneficios
Los beneficios de la almendra para la salud son muy numerosos, gracias a sus grandes cualidades nutritivas. Su contenido en ácidos grasos mono y poliinsaturados ejercen un efecto cardioprotector. Según varios estudios, el consumo diario de almendras ayuda a diluir la sangre y a reducir la presión arterial, dos factores que reducen el riesgo cardiovascular. Además, su gran riqueza en antioxidantes hace que las almendras sean valiosas para luchar contra el envejecimiento celular.
Ricas en fibra y con un índice glucémico bajo, las almendras ayudan a regular el azúcar en la sangre. De hecho, algunos estudios han correlacionado el consumo regular de almendras y una reducción de la resistencia a la insulina.
Y su alto contenido proteico la convierte en un alimento perfecto para dietas que necesiten un complemento en proteínas, como es el caso de las vegetarianas y veganas.
Aunque no hay que olvidar que su contenido calórico es alto, por lo que debemos consumirlas con moderación para disfrutar de todos sus beneficios.
Cómo consumir la almendra
La almendra se puede consumir en su estado natural, como aperitivo, o dándole un toque especial si las tostamos en una sartén con un buen aceite de oliva y un poco de sal, pero también como complemento de multitud de recetas, tanto dulces como saladas.
Su protagonismo es indiscutible como ingrediente en la repostería, por ejemplo, en la elaboración de bizcochos con aceite de oliva, así como turrones, mazapanes, helados, etc. Pero no podemos olvidar recetas saladas, como la tradicional mazamorra cordobesa, elaborada a base de almendras y ajo o el pollo en pepitoria, en cuya salsa gana protagonismo este fruto seco.
Y no podemos olvidar otras aplicaciones, como la leche de almendra, de gran valor para aquellas personas con intolerancia a la ingesta de leche de origen animal, o su uso cosmético y dermatológico, aprovechando sus cualidades antiinflamatorias y nutritivas.
