La cebolla es un ingrediente básico de nuestra cocina, que aporta sabor y muchas propiedades beneficiosas a nuestros platos. Sin embargo, cuenta con un aspecto negativo: cuando la cortamos nos provoca una sensación de picor o escozor en los ojos que, en la mayor parte de las ocasiones, provoca que lloremos sin remedio. ¿Cuál es el motivo de que ocurra esto y cómo podemos evitarlo? Te lo contamos.
Una explicación científica
El hecho que la cebolla provoque nuestro llanto tiene una explicación científica. Cuando cortamos la cebolla hacemos lo propio con sus células, permitiendo a una enzima denominada alinasa entrar en contacto con una molécula que está presente en el interior del bulbo, generando otras moléculas. Una de ellas, conocida como propanotial, es un fluido volátil que, al entrar en contacto con los ojos, provoca picor y lagrimeo.
Además, el propio líquido que protege nuestros ojos de los ataques externos, como el polvo, al entrar en contacto con ese fluido genera ácido sulfúrico, altamente irritante. Y si nos frotamos los ojos para evitar el picor, logramos el efecto contrario.
¿Cómo podemos evitar llorar al cortar cebolla?
¿Significa eso que no podemos evitar llorar al cortar cebolla? En realidad, es difícil, aunque podemos echar mano de algunos trucos para intentar que el efecto sea más ligero.
- Agua, la mejor aliada: el agua ayuda a disolver esa molécula irritante, por lo que se convierte en el método más efectivo para evitar llorar. Podemos optar por lavar bien la cebolla antes de empezar a cortarla, ir mojando el cuchillo periódicamente mientras lo hacemos o, mejor aún, buscar un modo de cortar debajo del grifo.
- Los extremos, lo último en cortar: el pie y la parte que va única al tallo son las partes de la cebolla que mayor concentración de esta sustancia tienen. Normalmente, tendemos a cortarlas las primeras, sin embargo, si las dejamos para el final, probablemente nos evitaremos alguna que otra lágrima.
- El frío también ayuda: el frío paraliza la acción de la molécula, así que es recomendable refrigerarla antes para atenuar sus efectos o, mejor aún, congelarla para evitarlos.
- Mejor cebollas nuevas: las cebollas tiernas, así como aquellas que llevan poco tiempo recolectadas, provocan menos picor, ya que la sustancia irritante se incrementa en el bulbo con el paso del tiempo.
- Cortar bajo un extractor: si nos situamos debajo del extractor de la cocina, a su máxima potencia, arrastrará las sustancias volátiles, por lo que podremos paliar un poco el picor.
- Con unas gafas de bucear: aunque algo más aparatosa, la opción de colocarnos unas gafas de bucear, que no solo protegen el ojo sino que, además, lo aíslan del ambiente exterior, también puede ser una buena opción para evitar llorar.
¿Una cebolla que no hace llorar?
Aún no hay llegado a Europa, pero en Estados Unidos ya está disponible en el mercado una cebolla conocida como “sunion”. Los científicos llevan 30 años trabajando en su desarrollo y su objetivo no ha sido otro que evitar el lagrimeo al cortarlas.
Para ello, han llevado a cabo cruces naturales durante mucho tiempo hasta lograr una variedad algo más pequeña, más dulce y crujiente, cuyos niveles de sustancias irritantes son menores y, además, se van reduciendo con el tiempo.
Habrá que esperar a que llegue a nuestros mercados para comprobar si realmente su uso no nos provoca lágrimas.