La congelación es uno de los métodos de conservación más extendidos y seguros para alargar la vida de los alimentos… siempre que se haga bien. Por regla general, permite conservar los sabores y texturas, así como la gran mayoría de los nutrientes. Sin embargo, no siempre es así.¿Sabíais que existen ciertos alimentos que no se deben congelar por diferentes motivos? Vamos a conocer qué productos podemos congelar y cuáles no podemos congelar.
Consejos a la hora de congelar alimentos
Por regla general, podemos congelar alimentos, tipos de frutas, muchas variedades de verduras, como guisantes, maíz, judías verdes o brócoli, carnes, pescados, platos cocinados en casa, etc., siempre que respetemos algunos consejos básicos.
Respetar las reglas de preparación es fundamental para garantizar la seguridad y la calidad de los alimentos que vamos a congelar.
• Higiene: el primer paso es respetar la higiene. Procuraremos congelar los productos limpios, lo que significa que, en el caso de los pescados, les quitaremos las vísceras y los lavaremos antes de congelar, secándolos con un papel absorbente para retirar el exceso de humedad. Lo mismo haremos con las frutas, que lavaremos bajo el chorro de agua fría y las secaremos antes de meter al congelador. Ciertas verduras, como los guisantes, las espinacas, las judías verdes o los espárragos, además de ser lavadas, requieren pasar por un “blanqueamiento” antes de ser congeladas, es decir, que las meteremos durante breves minutos en agua hirviendo, luego las enfriaremos y, finalmente, las envasaremos para congelar.
• Temperatura: es esencial evitar un choque térmico, por lo que procuraremos congelar los alimentos lo más fríos posible y nunca hacerlo con productos calientes.
• Envases apropiados: sea cual sea el alimento que vayáis a congelar, es fundamental hacerlo en el envase adecuado. Las bolsas de congelación son la mejor opción, así como recipientes rígidos especiales para este tipo de conservación, que permiten, incluso, poner etiquetas sobre el contenido y la fecha en la que se ha congelado. En cualquier caso, hay que evitar los embalajes de la carnicería o la pescadería donde nos han dado los alimentos. Y, en la medida de lo posible, intentaremos extraer la mayor cantidad de aire de los recipientes. Lo ideal sería contar con un aparato de vacío que nos permitiese embalarlos sin aire.
• Atención a la fecha de caducidad: cuando vayamos a congelar alimentos, hay que procurar no apurar la fecha de caducidad. El proceso de congelación en frigoríficos domésticos se puede alargar hasta 24 horas y, si se trata de productos que caducan el mismo día, podría haber tiempo suficiente para que las bacterias proliferen antes del congelado.
• Espacio para que circule el aire: tampoco es buena idea llenar el congelador hasta arriba. Lo mejor es dejar espacio entre unos alimentos y otros para que circule el aire y la congelación se realice de manera correcta.
• ¡Ojo a los tiempos!: no podemos congelar los alimentos y dejarlos durante tiempo indefinido. En general, productos como las carnes pueden aguantar entre 9 y 12 meses, los pescados hasta 6 meses, los mariscos a unos 3, lo mismo que los guisos, y el pan horneado o los helados no deberían estar más de 1 mes.
Alimentos que NO deberíamos congelar
Como decíamos al principio, hay una serie de alimentos que, por sus características, no conviene congelar. Vamos a ver algunos de ellos:
• Los huevos: aunque conviene mantenerlos en un lugar fresco, los huevos no deberían congelarse. Su cáscara es bastante frágil y podría romperse en el proceso de congelación. Tampoco es buena idea congelarlos cocidos porque su textura se transforma y puede resultar, incluso, desagradable.
• Ciertas frutas y verduras, sobre todo si las vamos a consumir frescas: es el caso de las diferentes variedades de lechuga o los rábanos, así como el tomate y el pepino. Se trata de verduras que tienen muchas fibras y soportan bastante mal las bajas temperaturas, por lo que pierden su textura crujiente. Lo mismo ocurre con frutas que tienen gran cantidad de agua, como la sandía y el melón.
• Quesos frescos y de pasta blanda: los quesos tipo Burgos, ricota, camembert o brie no son aptos para congelar, también por su alto contenido en agua. El sabor, al descongelarlo, cambiará notablemente y resultará poco apetecible.
• Patatas y otros tubérculos: ya sea crudas o cocinadas, si las congelamos perderán su textura crujiente, cambiándola por otra bastante menos agradable.
• Salsas y cremas: la mayonesa, las cremas pasteleras, etc. tampoco son amigas de la congelación y, lo más probable, es que si lo intentamos acaben cuajando.
• Productos curados que contengan grasa: como el jamón serrano y otros embutidos. La grasa tiende a ponerse rancia cuando la congelamos, así que es mejor mantenerlos lejos de las bajas temperaturas.
• El pan: todos hemos congelado el pan en algún momento y, obviamente, puede hacerse. Sin embargo, los expertos aseguran que tiende a absorber los olores de otros alimentos que tenemos congelados por lo que no es recomendable hacerlo.
¿Y el aceite de oliva?
El aceite de oliva es otro de los productos que no conviene congelar. Aunque es cierto que soporta mejor el frío que el calor, su temperatura adecuada de conservación se encuentra entre los 18 y los 22ºC.
Seguramente habréis visto que, durante el invierno, si lo mantenemos en estancias donde la temperatura es más baja, se puede llegar a congelar o a aparecer algunas bolitas blancas. En realidad, no llega a perturbar sus propiedades organolépticas, pero tampoco le aporta ningún beneficio ni va a alargar su periodo de conservación, por lo cual es mejor respetar la temperatura indicada y no someterlo a un proceso de congelación.
¿Conocéis otros alimentos a los que afecte negativamente el proceso de congelación?