Originarias de Asia, las acelgas se consumen desde la Antigüedad, donde los asirios ya las cultivaban en Mesopotamia 800 años antes de Cristo. Su sabor delicado y su suave textura, además de sus propiedades nutricionales, las convierten en un acompañamiento perfecto en cualquier momento del año, más aún si estamos inmersos en la “operación bikini”.
Existen diferentes variedades de acelgas, aunque la más consumida es la conocida como Bressane, caracterizada por tener hojas muy onduladas, de color verde oscuro y pencas muy blancas y anchas. También nos encanta la amarilla de Lyon, con hojas de color verde amarillento claro, y penca de color blanco. Hay una variedad cuyas hojas y pencas son más rojizas, aunque es poco habitual en nuestro país.
Propiedades de las acelgas
Las acelgas son un alimento de alto valor nutritivo y bajo valor calórico. Muy ricas en agua, constituyen un excelente aporte de fibra soluble que favorece el tránsito intestinal. Entre sus nutrientes, encontramos glutamina, un aminoácido que ayuda a retrasar el envejecimiento celular.
También aportan potasio en cantidad importante, que ayuda a regular la presión arterial y a prevenir enfermedades cardiovasculares, así como vitaminas C y A y otros oligoelementos, como el betacaroteno.
Cómo elegir y conservar las acelgas
A la hora de comprar acelgas frescas, escogeremos aquellos manojos con los tallos bien blancos y las hojas firmes, de un verde intenso y uniforme.
Una vez en casa, es una verdura que se conserva bastante bien en frío, en la parte baja del frigorífico, preferentemente en los cajones. Cuando las acelgas están en su punto óptimo, pueden aguantar 4 o 5 días en perfectas condiciones.
Cómo limpiar las acelgas
Como decíamos al principio, las acelgas se componen de hojas, normalmente de color verde brillante, y peciolos blancos y carnosos, que se conocen como pencas.
Para cocinarlas, hay que cortar con un cuchillo la parte inferior del tallo o penca, que es un poco más duro. A continuación, se separan las pencas de las hojas y se lavan con abundante agua fría, ya que suelen contener restos de tierra.
Una vez limpias, con ayuda de un cuchillo y comenzando de abajo hacia arriba, retiraremos los “nervios” o hilos que recubren su parte exterior.
Por último, cortamos tanto los tallos como las hojas y ya están listas para cocinar. Hay que tener en cuenta que las pencas son más duras, por lo que necesitan más tiempo de cocinado, tanto si optamos por hacerlas al vapor, cocidas o salteadas.
Cómo y cuándo se siembran las acelgas
Si disponemos de un pequeño jardín, también podemos cultivar acelgas en casa. La época de siembra depende un poco de las variedades y del clima de la zona. Por ejemplo, en climas templados, sin grandes variaciones de temperatura y donde no se produzcan heladas, se pueden plantar todo el año. En climas más fríos, la temporada de siembra suele ir de marzo a septiembre.
Las semillas se pueden sembrar directamente en el suelo o se puede hacer primero en un semillero y trasplantarlas más tardes al suelo, una vez que alcancen un tamaño adecuado, como sucede con las lechugas. La cosecha se recoge unos tres meses después de la siembra.
Como curiosidad, cabe señalar que, una vez que da la primera cosecha, las acelgas se cortan por la parte del tallo, pero se deja la planta, ya que vuelven a crecer nuevas hojas. De hecho, con cada planta se suelen obtener 3 o 4 cosechas de acelga.