La lombarda pertenece a la familia de las coles, pero su tono, entre rojizo y morado, la convierte en un ingrediente original para muchas recetas. Además, sus beneficios para la salud van desde la mejora de la vista hasta la prevención de algunos tipos de cáncer. Hoy hablamos de la lombarda, la col más colorida.
Lombarda, baja en calorías y rico en nutrientes
La lombarda contiene muy pocas calorías. Apenas 25 Kcal/100 g si la consumimos cocida, y poco más, de 30 Kcal/100 g si nos decantamos por su consumo en crudo. Esto la hace muy recomendable en regímenes de adelgazamiento o, simplemente, para ayudarnos a perder esos kilos de más que solemos coger durante las fiestas navideñas.
Si hablamos de sus nutrientes, es rica en vitamina K, fundamental para la fabricación de proteínas que ayudan a la coagulación de la sangre y juega un papel muy importante en la formación ósea. Asimismo, tiene un alto contenido en vitamina B1, B6 y C, que contribuyen al correcto desarrollo del organismo y al buen funcionamiento del sistema inmunitario. Además, tiene un contenido significativo de hierro y de manganeso.
¿Qué beneficios, por tanto, aporta su consumo? La salud ocular, gracias a su contenido en luteína, es uno de los principales. Pero también ayuda al sistema cardiovascular, ya que su fibra regula el colesterol y sus antioxidantes contribuyen a degradar el tejido adiposo. Como decíamos, refuerza el sistema inmunológico y atenúa los signos de envejecimiento celular, lo que también contribuye a un mejor estado de la piel. Algunos estudios le otorgan también propiedades antiinflamatorias, y un papel relevante en la prevención de diabetes y de algunos tipos de cáncer, como el de pulmón, aunque los estudios se encuentran aún en fases primarias.
Consejos de compra, conservación y consumo
La lombarda está presente en la alimentación desde hace miles de años. Algunas fuentes sitúan su origen en la Europa Central, otras en los países mediterráneos y los historiadores cuentan que, hace más de 4.000 años, formaba parte de la alimentación de las personas que trabajaban en la construcción de la Gran Muralla China.
Sea cual sea su origen, lo cierto es que el suelo donde se cultiva sí que tiene influencia en el color final del producto, de ahí las diferencias de tonos que encontramos a veces cuando las compramos en el mercado. Terrenos con un pH más ácido dan coles lombardas de tono más rojo, mientras que en los menos ácidos encontramos coles más violáceas o azuladas.
A la hora de comprar lombarda, nos fijaremos en que su aspecto sea compacto, duro y pesado, su color brillante y sus hojas crujientes. Todo ello es síntoma de frescura. Su temporada va de septiembre a marzo y son los meses donde encontraremos los mejores ejemplares.
En cuanto a su conservación, es sencilla. Solo tenemos que ponerla en el cajón del frigorífico destinado a las verduras, mejor si es dentro de una bolsa perforada, y nos va a aguantar entre 1 y 3 semanas, dependiendo de su calidad.
Se puede consumir la lombarda cruda en ensaladas, pero también cocida, al vapor, rehogada o en crema. Por su color, es un ingrediente perfecto para jugar con las tonalidades de nuestras recetas y aportar un toque original.
Eso sí, si seguimos dos consejos sencillos, disfrutaremos aún más de ella:
- Si la vamos a cocer, veremos que conforme pasan los minutos, su tono va cambiando al azulado. Si queremos evitar que esto suceda y que mantenga su color rojo, podemos añadir vinagre al agua de la cocción o algún otro jugo ácido, como limón.
- Evita los recipientes de aluminio para cocinarla. La antocianina presente en su composición reacciona con este metal y hará que nuestra lombarda se quede de color pardo.
Es ideal para acompañar carnes de sabores fuertes, como las de caza, así como aves asadas, y sus matices encajan muy bien con otros sabores dulces, como la manzana o las pasas, ya sea en de forma en ensaladas o cocinada.
¿Y vosotros? ¿Habéis cocinado con lombarda? ¿En qué recetas la utilizáis?