¿Puede haber algo más tentador que el olor a pan recién horneado? Disfrutar de ese placer en casa es relativamente sencillo. Si tienes harina, sal, levadura, agua y aceite de oliva puede elaborar un pan exquisito en tu propia casa… ¡y sin necesidad de contar con una máquina panificadora! Te contamos algunos secretos para que te quede perfecto.
Elige los ingredientes adecuados para hacer pan casero
El primer paso es elegir los ingredientes adecuados que, como avanzábamos, son 5: harina, sal, levadura, agua y aceite de oliva.
- Harina: si no eres intolerante al gluten, cualquier harina de trigo es adecuada para hacer pan, aunque saldrá mucho mejor si elegimos la que conocemos como“de fuerza”, ya que permite mejorar el proceso y, por lo tanto, el resultado. En caso de intolerancia, podemos usar otros tipos de harina, como la de centeno o la de maíz. Con estas harinas, deberemos tener más cuidado, ya que son más difíciles de trabajar, precisamente por la ausencia de gluten. Sin él, la masa pierde elasticidad y retención de gases, volviéndose muy pegajosa y difícil de moldear.
- Levadura: usaremos levadura de panadería, para la que existe en una versión seca y una fresca. Cualquiera de ellas se puede comprar tanto en panaderías como en grandes superficies comerciales. Ambas versiones funcionan muy bien, solo tendremos en cuenta que las cantidades a utilizar son diferentes.
- Aceite de oliva: el uso de aceite de oliva, además suavizar a la masa, aporta múltiples propiedades nutritivas a nuestro pan. Nuestra recomendación es que utilicéis aceite de oliva virgen extra. Conseguiremos un sabor espectacular y grandes beneficios para el organismo.
Los pasos adecuados: la mezcla
Para comenzar a elaborar nuestro pan, necesitaremos 500 g de harina de trigo, 325 ml de agua (templada), 15 g de levadura fresca de panadería, 10 g de sal y 45 ml de aceite de oliva.
En un recipiente, pondremos el agua tibia, añadiremos la levadura (desmenuzada) y removeremos bien para que se integre. Por otro lado, haremos una especie de volcán con la harina, vertiendo en el “cráter” el agua con la levadura, el aceite de oliva y la sal. Iremos empujando la harina hacia la mezcla de líquidos para que la vaya absorbiendo y se amasa.
Amasado
Si disponemos de un robot con varillas de amasado podemos echar mano de él. Si no es el caso, podemos hacerlo igualmente, solo que necesitaremos un poco más de tiempo. En ese caso, necesitaremos amasarlo durante unos 20 minutos. El paso del amasado es crucial, ya que es el que permite que se active la levadura y pueda crecer la masa. El mejor movimiento de amasado consiste en doblar la masa sobre sí misma, presionar con la palma de la mano, volver a colocar la masa sobre sí misma, y así sucesivamente.
Cuando comienza a tomar la forma de una bola y no se desmorona, es el momento de colocar la masa en un recipiente, la espolvoreamos con un poco de harina, la cubrimos con un paño húmedo y la dejamos reposar durante, al menos, 2 horas. Pasado ese tiempo, volvemos a amasar unos minutos antes de comenzar a dar forma a nuestro pan.
Forma y cocción
Para dar forma a nuestro pan, espolvoreamos un poco de harina sobre la superficie de trabajo y colocamos la masa sobre ella. A partir de ahí, podemos darle la forma que más nos guste: hogaza, barra, baguette, pequeñas porciones… Si queremos, también es el momento de añadir posibles ingredientes adicionales, como semillas, nueces, aceitunas o romero, entre otros. Cuando terminemos de dar la forma, con un cuchillo afilado haremos unos cortes en la superficie de la masa para ayudar a su expansión durante el horneado.
Con el horno precalentado a 200ºC, colocaremos la masa en una bandeja para hornear o en un molde. Dependiendo de la potencia de nuestro horno, necesitaremos entre 30 y 40 minutos. Una vez finalizado el tiempo de cocción, lo dejaremos enfriar durante 10 minutos. Al cortarlo, el pan debe tener una corteza muy crujiente y una miga bien ventilada.
¡Solo nos queda probarlo! A nosotros nos encanta probarlo con un poco de aceite de oliva. Por cierto, si queréis conservarlo durante unos días, olvidad las bolsas de plástico. El mejor método es envolverlo en un paño limpio dentro de una panera o de un recipiente de madera, como se hacía antiguamente.