La tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas y la alimentación no iba a ser una excepción. Vemos que hay aplicaciones móviles que nos permiten controlar nuestra nutrición, capturar imágenes de nuestros momentos gastronómicos, analizar dónde vamos a comer, reservar restaurantes online y comprar alimentos por Internet.
Nos guste o no, esta tendencia va a ser cada vez más pronunciada. En los próximos años, la tecnología va a cambiar no sólo el modo en que comemos sino también los productos que comemos. Los científicos utilizan herramientas avanzadas –desde ingeniería genética a nanotecnología– para recrear alimentos como carne, leche o huevos y poder analizar, en tiempo real, cómo se comporta dicho alimento en nuestro organismo, así como para averiguar qué tendencias alimentarias van a triunfar más entre los consumidores.
Con todos esos datos, la empresa Reimagine Food ha presentado un informe que analiza las 10 tendencias que van a marcar el futuro de la alimentación y que, básicamente, responden a dos preguntas: “¿Qué vamos a comer en el futuro” y “¿Cómo vamos a comer?”. Algunas cosas aún suenan a ciencia ficción. Vamos a conocer estas tendencias.
¿Qué vamos a comer en el futuro?
Las cinco primeras tendencias recogidas en el informe analizan lo que vamos a comer en los próximos años y por qué.
1. Superalimentos: Ya os hemos hablado de ellos recientemente en un artículo. Los superalimentos proveerán la ingesta diaria de nutrientes que necesitamos.
2. Sustitutivos alimentarios: la ingeniería llegará a nuestros platos.
3. Alimentos que previenen o curan: productos que ayudarán a prevenir o, incluso, curar determinadas enfermedades.
4. Nuevos ingredientes: productos que vendrán a sustituir ingredientes animales por vegetales.
5. Alimentación inteligente: la nanotecnología llegará a nuestro estómago, en forma de alimentos con microchips.
¿Cómo vamos a comer en el futuro?
Las cinco tendencias restantes hablan de cómo cambiará la forma en que comemos.
6. Transparencia y trazabilidad: la tecnología nos ayudará a conocer exactamente lo que comemos y a garantizar la seguridad alimentaria.
7. Entrega de comida 2.0: las órdenes personalizadas de comida serán entregadas por robots o drones.
8. Restaurantes tecnológicos: con mesas inteligentes, menús creados conforme a nuestros ADN, platos impresos en 3D, inteligencia predictiva…
9. Cocinas robotizadas: los robots tomarán el control de nuestras cocinas.
10. Entrenador nutricional virtual: para acceder a una alimentación personalizada. Monitorizaremos nuestra salud, ya sea con dispositivos pegados a nuestro cuerpo o, incluso, implantados en él.
Como vemos, cada vez seremos más conscientes de la relación entre salud y alimentación a interpretaremos la comida no sólo en su faceta de nutrientes que necesitamos para sobrevivir sino también como una medicina que nos puede ayudar a prevenir enfermedades. Desde alimentos naturales con propiedades beneficiosas intrínsecas, como es el caso del aceite de oliva virgen, hasta bebidas enriquecidas con antioxidantes, alimentos probióticos que ayuden al sistema inmunitario, aperitivos para personas diabéticas u otros alimentos funcionales, los expertos aseguran que serán los protagonistas de nuestras mesas.
El futuro también nos depara un menor consumo de carne, dada su falta de sostenibilidad. Las marcas irán sustituyendo ingredientes de origen animal por otros vegetales sin que por ello tenga que variar su sabor o su textura. Precisamente, esa apuesta por la sostenibilidad hará que las empresas busquen fuentes alternativas de proteínas que sean menos contaminantes. Los expertos aseguran que la incorporación de insectos jugará un papel esencial en este sentido, aunque no estamos seguros de que todo el mundo esté preparado para este cambio.
Sostenibilidad también en el modo de comprar
El informe de Reimagine Food asegura que los supermercados, tal y como los conocemos hoy en día, tienen sus días contados. Los espacios típicos con 14.000 metros cuadrados y más de 42.000 productos no son sostenibles y conllevan unos elevadísimos gastos de distribución y, sobre todo, de desperdicio de alimentos que no entran en rotación y acaban caducando y siendo tirados a la basura. La tecnología será clave para cambiar el modelo, permitiendo a los fabricantes conocer cuándo y cómo producir alimentos en función de la demanda de los compradores.
La trazabilidad, con el fin de garantizar la seguridad de los alimentos, será otra de las obsesiones de los consumidores del futuro. Tanto es así que algunas compañías ya están trabajando en la fabricación de pequeños espectrómetros que se pueden incorporar a los carros de la compra para detectar la presencia de metales y pesticidas, o analizar las calorías que tiene cada productos que vamos a comprar.
Y, por supuesto, habrá que responder a los cambios en los hábitos de consumo de los usuarios, que quieren disponer de los productos en cualquier lugar y en cualquier momento, con todas las facilidad: sistemas de pedidos online, pago vía teléfono inteligente, impresoras de alimentos, mesas inteligentes en los restaurantes que son capaces de sugerir el menú en función de tu ADN o perfil nutricional, robots, hologramas, drones para entregar los productos… Las posibilidades son inmensas y todas ellas aportarán su granito de arena para combatir ese exceso de oferta de productos que podría hacer que nuestro mundo tuviera las horas contadas. La compra predictiva será una realidad.
¿Estamos preparados para el futuro?