Las autoridades europeas definen los novel foods –o nuevos alimentos– como aquellos que no se consumían en Europa hasta 1997. Dentro de esta lista encontramos algunos producidos gracias a los últimos avances tecnológicos y otros que, simplemente, no se introdujeron en la dieta europea hasta finales del siglo XX. Para ser considerados nuevos alimentos, pasan estrictas medidas de seguridad alimentaria para que el Parlamento Europeo y la Comisión acuerden que son aptos para su consumo.
Desde alimentos transgénicos a productos de terceros países alejados de Europa
La legislación recoge, a grandes rasgos, tres tipos de alimentos que pueden considerarse novel foods. En primer lugar, los transgénicos o modificados genéticamente con el fin de potenciar sus propiedades alimenticias.
En segundo lugar, aquellos compuestos químicos beneficiosos para la salud y que actúan como complementos.
Y, en tercer lugar, productos procedentes de terceros países alejados de Europa que han llegado gracias a la globalización y que, con el paso del tiempo, se han convertido en parte habitual de la dieta.
En cualquiera de los tres casos, la Unión Europea exige que estos nuevos alimentos cumplan con tres requisitos: que sean seguros para los consumidores, que sean adecuados para el consumo y que tengan el mismo sabor y se avise si reemplazan a otros productos más tradicionales.
Desde vegetales a insectos
Los productos considerados nuevos alimentos son muchos y variados, desde vegetales a insectos pasando por otros que ya hemos convertido en habituales en nuestra cesta de la compra, como las bebidas vegetales, la stevia o el aceite de maíz.
Dentro de los vegetales encontramos diferentes variedades de setas, como la enoki, plantas comestibles, como la verdolaga o lengua de gato, u hortalizas como la okra, similar en aspecto exterior a un calabacín, pero con una textura gelatinosa en el interior que se usa como espesante de caldos. Sin olvidar todas las variedades de algas que ya se están utilizando de manera extendida en muchos platos o semillas, como la chía, un ingrediente cada vez más frecuente.
Y pasando al mundo animal, encontramos los insectos que, para algunos científicos, constituirán una importantísima base de la alimentación futura. Saltamontes, gusanos, grillos u hormigas son una alternativa proteína de alta calidad a disposición de aquellos consumidores más valientes.
¿Os atreveríais a utilizar estos nuevos alimentos en vuestra cocina?
Me ha sorprendido lo de los insectos. Hace poco vi un documental sobre la comida del futuro y justamente destacaba los insectos como una revelación. De hecho decían que ya existen granjas en España donde se dedican a criarlos para su consumo. Muy interesante!