Ingredientes
Ingredientes para 6 comensales:
- 1 cebolla
- 500 ml de leche
- 200 g de pollo
- 100 g de carne de jamón
- 75 g de harina de trigo
- Pan rallado
- 1 huevo
- Aceite de oliva suave 0’4 La Española Aceites
- Sal y pimienta al gusto
Cómo preparar croquetas de jamón y pollo caseras
¿Está bien mezclar pollo con jamón? ¡Por supuesto que sí! Y no hay mejor manera de comprobarlo que preparando estas irresistibles croquetas de pollo y jamón. Este plato no solo es una delicia para el paladar, sino también una fantástica manera de aprovechar las sobras de un cocido del día anterior. Si te sobraron un poco de pollo y jamón, no lo pienses dos veces: conviértelos en estas croquetas caseras que te harán redescubrir el arte de reutilizar ingredientes. Entre el cocido de un día y las croquetas del siguiente, te enamorarás de este hábito de cocina ingenioso, sostenible y, sobre todo, delicioso. ¡Manos a la obra!
Paso 1: Prepara la base del sofrito
Comenzamos pelando y picando la cebolla lo más fina posible. Cuanto más pequeña quede, mejor se integrará en la masa. Calienta una cacerola con un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra. Cuando el aceite esté caliente, añade la cebolla y sofríela a fuego medio con una pizca de sal para que sude y suelte su sabor. Remueve de vez en cuando hasta que la cebolla esté transparente y ligeramente dorada. En ese momento, incorpora el pollo y el jamón, ambos bien picaditos, casi desmenuzados. Remueve todo para que las carnes se integren con la cebolla y se impregnen de su sabor. Deja que se sofrían durante unos minutos para que los ingredientes se mezclen perfectamente.
Paso 2: Incorpora la harina y la leche
Con el sofrito listo, espolvorea la harina sobre la mezcla sin dejar de remover. Es importante bajar un poco el fuego en este momento para evitar que la harina se queme. Cocina la harina durante un par de minutos para que pierda su sabor a crudo y, poco a poco, comienza a incorporar la leche. Hazlo en pequeñas cantidades mientras remueves constantemente con unas varillas o una cuchara de madera. Si prefieres una textura más suave y homogénea, puedes usar una batidora eléctrica, pasando lentamente para evitar grumos. Este paso requiere paciencia, pero el resultado será una bechamel cremosa y sin imperfecciones.
Paso 3: Sazona y enfría
Cuando la bechamel haya alcanzado una textura espesa y consistente, ajusta el sabor con sal y pimienta al gusto. Remueve bien para que los condimentos se integren de manera uniforme. Apaga el fuego y vierte la masa en un recipiente amplio y plano. Cubre la superficie con papel film, asegurándote de que el plástico toque directamente la masa para evitar que se forme una costra. Lleva el recipiente a la nevera y deja que repose durante al menos 4 horas, o hasta que la masa esté completamente fría y firme. Este paso es crucial para poder formar las croquetas sin que se deshagan.
Paso 4: Da forma a las croquetas
Con la masa ya fría y consistente, es hora de dar forma a nuestras croquetas. Prepara tus manos ligeramente enharinadas para evitar que la masa se pegue. Toma pequeñas porciones de la masa y moldéalas con las manos hasta obtener la clásica forma alargada de una croqueta, aunque también puedes hacerlas redondas si lo prefieres. Repite el proceso hasta agotar toda la masa y colócalas sobre una bandeja o un plato.
Paso 5: Empanado perfecto
Prepara dos platos: uno con huevo batido y otro con pan rallado. Pasa cada croqueta primero por el huevo, asegurándote de que quede completamente cubierta, y luego por el pan rallado, presionando suavemente para que el empanado
se adhiera de manera uniforme. Este doble proceso de empanado no solo garantiza que las croquetas queden bien protegidas, sino que también les dará esa textura crujiente y dorada que tanto nos gusta al freírlas. Ve colocándolas en una bandeja mientras terminas con todas, y si te sobra tiempo, puedes refrigerarlas unos minutos para que se compacten aún más antes de freírlas.
Paso 6: Freír hasta el dorado perfecto
El momento final ha llegado: la fritura. Llena una sartén profunda o una freidora con abundante aceite de oliva virgen extra (o aceite de oliva suave si prefieres un sabor más ligero) y caliéntalo a una temperatura media-alta, de unos 180 °C. Es importante que el aceite esté lo suficientemente caliente para que las croquetas se sellen rápidamente y no absorban demasiado aceite. Para comprobarlo, puedes introducir una pequeña miga de pan; si burbujea y sube a la superficie, está listo.
Con cuidado, añade las croquetas al aceite, asegurándote de no sobrecargar la sartén para que se frían de manera uniforme. Fríelas en tandas pequeñas, girándolas con una espumadera para que se doren por todos los lados. Una vez que estén doradas y crujientes, retíralas del aceite y colócalas sobre un plato cubierto con papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
Paso 7: Servir y disfrutar
¡Tus croquetas de pollo y jamón están listas para ser disfrutadas! Déjalas reposar unos minutos para que alcancen la temperatura ideal y sírvelas como aperitivo, entrante o incluso como plato principal acompañado de una ensalada fresca. Su exterior crujiente y su interior cremoso y lleno de sabor conquistarán a todos los que las prueben. Y lo mejor de todo: habrás transformado unas simples sobras en una receta que seguramente se convertirá en un éxito en tu cocina.
Estas croquetas no solo son una solución perfecta para aprovechar los restos de cocido, sino también una muestra de cómo los ingredientes más simples pueden dar lugar a platos inolvidables. ¿Quién dijo que las sobras no pueden ser deliciosas? ¡Anímate a prepararlas y sorprende a todos en casa con esta receta clásica reinventada!