Tres millones de personas en España, en su mayoría mujeres, sufren osteoporosis y cada año se producen 1,3 millones de fracturas, fundamentalmente de vértebras, caderas y muñecas. Un estudio acaba de descubrir que el consumo habitual de aceite de oliva virgen puede reducir hasta un 51% el riesgo de sufrir una fractura por esta causa.
La osteoporosis (que, literalmente, significa “hueso poroso”) consiste en la pérdida de masa ósea y en un deterioro del propio tejido que hace que los huesos sean más débiles y, por tanto, que aumente el riesgo de sufrir una fractura. Como decíamos, los huesos más expuestos a este tipo de roturas son las vértebras, la cadera y el antebrazo, tal y como recoge AECOSAR, la Asociación Española Contra la Osteoporosis y la Artrosis. Conforme cumplimos años, hay más riesgo de que se produzca este tipo de fracturas y llega a ser una causa importante de mortalidad en ancianos.
¿Cuáles son los principales factores de riesgo para la osteoporosis?
Existen determinados factores de riesgo que pueden facilitar la aparición de esta enfermedad. Algunos se escapan de nuestro control, pero otros, como la alimentación, sí que podemos vigilarlos.
• Antecedentes familiares: como ocurre con otras enfermedades, la genética también juega un papel importante en la osteoporosis y, si lo han padecido familiares nuestros, es posible que tengamos un mayor riesgo.
• Ser mujer: a lo largo de su vida, las mujeres llegan a perder hasta un 40% de su masa ósea, por lo que presentan un mayor riesgo de padecer la enfermedad, sobre todo tras la menopausia. El motivo es que, con la menopausia, desciende el nivel de estrógenos, que juegan un papel primordial en la preservación de los huesos.
• La edad: con el paso de los años, es más normal perder masa ósea.
• La ingesta de algunos medicamentos: como cortisona, antiepilépticos o fármacos para hormonas tiroideas.
• Exceso de alcohol, tabaco o café.
• Una mala alimentación, baja en calcio y en vitamina D.
La osteoporosis presenta, además, un problema añadido y es que no existen apenas síntomas y muchas personas descubren que la tienen cuando se fracturan algún hueso. Los expertos recomiendan llevar a cabo una densiometría, una prueba que mide la masa ósea de cada persona, con el fin de poder estar preparado.
La alimentación es fundamental
Estilo de vida, dieta y ejercicio moderado son los factores que sí podemos controlar y que nos van a ayudar a prevenir, en la medida de lo posible, este problema. Una dieta rica en calcio y en vitamina D fortalecerá nuestros huesos para prevenir la pérdida de masa ósea. ¿Qué tipo de alimentos entrarían en esa dieta ideal?
• Leche y derivados lácteos.
• Legumbres, como las judías blancas, los garbanzos, las lentejas o la soja.
• Frutos secos, como las nueces, las avellanas o los pistachos.
• Pescados y ciertos mariscos, sobre todo anchoas, sardinas, salmón, pulpo, mejillones y gambas.
• Semillas, como las de sésamo.
• Hierbas aromáticas secas, como el romero, el tomillo, el orégano o la albahaca.
• Vegetales, como las espinacas e, incluso, las algas.
Y, por supuesto, como decíamos al principio, es fundamental consumir habitualmente aceite de oliva virgen, unas 4 o 5 cucharadas soperas diarias. Tras casi diez años de estudio, un grupo de investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) ha llegado a la conclusión que este consumo continuado en el tiempo reduce un 51% el riesgo de sufrir una fractura osteoporótica. El efecto lo ejerce el conjunto de sustancias que componen el aceite de oliva virgen, desde la propia grasa “buena” a los polifenoles, que son componentes con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Los expertos observaron, con las personas que participaban en este estudio, que independientemente de los factores de riesgo que tuvieran, aquellas que llevaban años consumiendo 4 o 5 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen presentan un riesgo mucho menor de sufrir fracturas de este tipo.
Así pues, un estilo de vida saludable, sin abusar del alcohol, el tabaco ni el café, con alimentos ricos en calcio y vitamina D y la práctica habitual de ejercicio moderado (suave, que no conlleve un efecto adverso sobre huesos y articulaciones) puede ser garantía de unos huesos sanos y fuertes.